La única forma de ver esto es con el corazón hecho un puño y con indignación. El sospechoso de decapitar y mutilar al niño de 8 años en Guácimo tenía orden de captura por un abuso sexual del que se le acusó contra una niña, meses atrás.  La justicia “andaba detrás de él” para capturarlo y seguir el proceso pero él logró correr mientras la justicia apenas caminaba; él tenía atajos y la justicia iba por el carril lento de una pista demasiado ancha, la de la mediocridad y la ineficacia. La ventaja del injusto lo hizo estar libre para ser hoy el principal sospechoso de un crimen que nos tiene a todos estupefactos.

¿Seguirán los abusadores “libres” e impunes, caníbales, conatos de seres humanos que despedazan con su cuerpo el cuerpo indefenso de nuestros niños? Me surjen demasiadas preguntas con todo esto pero me indigna que un tipo con antecedentes delictivos haya tenido el poder de decidir que la vida de este niñito que saludaba siempre con la mano extendida a todo el que veía,  fuera una vida corta.

Ya no más abusos. Ya no más silencios. Ya no más injusticias. Que tener el corazón hecho un puño nos llene de fuerza para exigir justicia. Si no, de nada vale esto que todos sentimos.

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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