Ese no hiere. Ese mata.
Quienes contratan al odio para idear un plan, están contratando a su peor enemigo: el que se les reirá en la cara cuando les dicten sentencia.
Este sicario llamado odio convence a algunos de que por un precio barato valdrá la pena acabar con “la molestia”. Luego de “hacer su trabajo”, hábilmente le hará creer al “contratante” que “muerto el perro, muerta la rabia” y que todo está bajo control. Nada más lejano. El odio mata a todos incluidas la paz y la libertad de los que creyeron en él. Esa es la letra menuda del contrato, que casi nadie lee.
El odio contamina corazones, perturba mentes claras, quiebra voluntades firmes. Inmisericorde suelta una ráfaga de balas que asesinan a todo el que está a su paso y convierte en polvo la bondad.
Antes de contratar a este sicario, pensá si querés que tu alma viva el resto de la vida en prisión.