Soy una mujer interesada, lo admito. Me interesan muchas cosas y por eso podría ser difícil de complacer.
Me interesan días llenos de paz, sin gritos ni acusaciones.
Me interesa el alivio en mi alma, sin culpas, apechugando la vida, pero sin culpas.
Me interesa conservar la dignidad impecable, sin que haya billetera vacía o llena que me la trate de apagar.
Me interesa que nadie intente aplastar mi voz interior, por más complicado que esto sea, porque esa lucha ameritará decirle a todos qué quiero y qué no y cuándo.
Me interesa que nadie me mantenga pero que comparta lo mejor que tenga porque yo soy parte de sus bendiciones y él de las mías y compartiré lo mejor de mí con él.
Me interesa que me merezcan.
Me interesa que mis hijas tengan claro que no tienen que pedir limosnas de amor ni recojer del suelo de ningún otro ser humano migajas de cariño, que no se conviertan en indigentes de las calles donde hay que quitarse la ropa para gustarle a otros y ser aceptadas.
Me interesa que nadie me venda una droga para hacerme olvidar cuánto valgo.
Me interesa orar agradecida para que el cielo sea testigo de que aplaudo el privilegio de estar viva y la capacidad de decidir, y de no llamar amor a lo que no es y de no apegarme a todo lo que no sume.
Soy una mujer interesada, orgullosamente interesada en vivir y vivir bien.