27 años después de esperar que su hijo desaparecido entrara, en algún momento, por la puerta de la casa, los papás de Jacob Wetterling supieron dónde estaba.  El asesino del niño que en aquél entonces tenía 11 años, confesó haberlo enterrado en un bosque denso.  De hecho en su declaración dice que su idea era abusar sexualmente de Jacob pero que lloraba tanto y tanto le suplicó que lo dejara ir, que lo que hizo fue dispararle y matarlo.

Muchos aseguraban que Jacob estaba muerto pero su mamá confiesa que cada día, durante estos 27 años, de rodillas rogó que un día pudiera abrazar a su hijo y decirle cuánto lo ama. Eso, Patty ya no lo puede hacer. Esta activista, fundadora de la Jacob Wetterling Foundation, ha pronunciado cientos de discuros en decenas de foros, hablando a favor de los derechos de los niños y pronunciándose contra el abuso infantil.  Pero esta vez, las palabras no la acompañan, lo hacen las lágrimas.

Alguien se acercó y le preguntó ¿De qué forma podemos ayudarte a sobrellevar este dolor?  Y ella, sosteniendo la foto de su hijo -porque no puede sostener su mano, ni besarlo, ni decirle buenas noches- respondió con pocas palabras: “Haga una oración. Encienda una candela. Esté con amigos. Juegue con sus hijos. Ríase. Tómese de las manos. Coma helado. Genere alegría. Ayude a su vecino. Eso es lo que me consolará hoy”.   Eso lo puedo hacer hoy yo con mis hijas. Patty ya no. ¿Y usted?

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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