Celebro la resurrección de los corazones latigados y humillados, que se dieron cuenta de cuánto valen.
Celebro la resurrección de las almas encerradas con una piedra enorme tapándoles la luz y hoy viven libres de la agresión.
Celebro las manos resucitadas, que cicatrizarán con el tiempo, acostumbradas a dar y dar y no recibir nada y hoy empiezan a recibir abundancia.
Celebro los pies cansados que hoy resucitan porque siempre habían caminado sin sentido adonde los demás fueran y hoy estrenan su criterio propio.
Celebro las sonrisas que estaban bajo un manto de tristeza y hoy se develan llenas de brillo, lejos de la humillación.
Celebro las voces que fueron bajadas de la cruz , y se convirtieron en voces de esperanza poderosas.
Celebro que mi Señor resucitó y nos hizo a todos vencedores. A todos. El corre piedras, da la vista al ciego, pasos al que no caminaba, oídos al que no escuchaba, alegría al que la había desechado, fuerza al que estaba débil. El hizo todo eso conmigo.
Agradezco mi propia resurrección y hoy abro las cortinas de mi vida saludando la vida y buscándome entre los vivos.
Agradezco a mi Señor que aunque otros no crean, yo sí creo. Somos vencedores resucitados. Yo sí lo creo.