Mohamed Ali no luchó contra el Parkinson porque ese sin pedir permiso le agarró la cama, los sillones, los cuartos, las almohadas, el servicio sanitario, las puertas y sus llavines, las ventanas y todo cuanto había en su casa interior. Si seguimos comparando el cuerpo de Ali a una casa, nos asomaríamos al patio e incluso ahí estaba la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente después del Alzheimer; y si veíamos hacia el cielo, el Parkinson era una nube que nunca se fue y se posó encima hasta el último suspiro del hombre “más rápido del mundo” en un ring. Eso sí, hay un dormitorio donde nunca entra la enfermedad, por lo cual es más dramática: el cognitivo. La persona sabe todo, se da cuenta de todo, piensa perfectamente, aunque cada vez sea más lenta para moverse, para hablar, para responder.
En realidad, la lucha más grande de esta leyenda era contra lo que venía metido en el paquete. En su libro “El alma de una mariposa”, escribió: “Hubo periodos de frustración y depresión, los cuales tuve que combatir tan vigorosamente como cualquiera de los oponentes que enfrenté en el ring.”
Al principio, confiesa en su biografía no quería salir en televisión para evitar la lástima. Pero luego le valió un pepino y dijo “Este soy yo”, y le dio un nockout a su propio ego. ¡Qué buen golpe!.
Entonces es cuando accede a realizar un comercial junto a una mega estrella también con Parkinson: Michael J.Fox. La idea era recaudar fondos para una Fundación que ayuda a personas con esta enfermedad. Y me detengo acá: Veo este video y admiro algo que todos necesitamos para salir adelante si queremos sobrevivir a esas nubes que se posan en nuestro techo sin intenciones de irse rápido: No se vale dar lástima para conseguir algo. Además, lo que más me gusta: Michael J. Fox está diciendo que hay que luchar solidariamente para que los pacientes con Parkinson tengan la ayuda médica adecuada. Ali lo está viendo y para cerrar el video con una sonrisa pequeña le da un “golpe” a Fox haciéndolo caer por allá, imaginándonos que lo mandó muy lejos del set. Eso hay que imaginárselo porque evidentemente ya el atleta no tiene fuerza motora capaz de hacerlo. La lección: hay que reírse de lo que no da risa; burlarse de la frustración y decirle que estamos listos para asumir la vida. En el libro nos deja esta frase que vale oro y con la que cierro: ““Cada día es diferente y algunos días son mejores que otros, pero no importa cuán desafiante sea el día, me levanto y lo vivo. Y es una combinación de voluntad y fe lo que me ayuda a hacerlo“.