Escrito por Lizeth Castro

Apreciado Kendall Waston:
Yo te vi muy dolido en Qatar, cuando te entrevistaron minutos después del partido contra España. Y no es para menos. Cada gol del rival se convirtió en recordatorio de lo vulnerables que somos, de lo fugaz de la ilusión con la que llegamos al Mundial, y perdón, también de que aunque creíamos que estábamos a la altura, no era así.

Pero la verdad es que yo también he tenido fracasos estrepitosos en mi vida. No conozco a nadie que no los haya tenido. Y uno se siente absolutamente devastado.

Me ha goleado la inseguridad, la soledad, la desconfianza y los pocos resultados a pesar del mucho esfuerzo.

Por eso, como vos sos uno de los líderes del equipo, te escribo para decirte que le digás a los muchachos que si bien, este juego humillante uno lo quisiera borrar de la historia futbolística del país, tiene que hacernos reaccionar,  como cuando en la vida nada nos sale como quisiéramos y ocupamos dar el siguiente paso.

Cuando he fracasado, he llorado mucho, me he sentido culpable. Los “hubiera” me duelen aunque no tengan sentido y soy como un rompecabezas en las manos de un niño de 1 año.

Pero luego, esta Lizeth de barro deja de ver el entorno para verse hacia adentro.  Y sucede una conversación salvadora:  le pido a Dios que me ayude a limpiarme las lágrimas, que vaya delante de mí, que me levante. Y entonces, sucede: Uno se levanta,  raspado, sangrando, dolido, pero se levanta seguro de que lo que queda es aprender y pa’lante.

El gran desafío contra Japón y Alemania, antes que pensar en meter goles será crear pensamientos de éxito después del fracaso, pues ahí está el laboratorio de las  pequeñas y las grandes jugadas de la vida; agradecer la oportunidad del Mundial y dejar atrás la imagen de nuestro equipo cabizbajo; volver a confiar en la capacidad de rendirle un tributo a la grandeza, como ya lo hemos hecho en varias ocasiones;  volver a creer y abrazar la vida con todo lo que se nos da y se nos quita.

Adelante, Kendall, que de esta nos levantaremos más fuertes.  Sigo admirando tu humildad y tu entereza.  Somos ticos y no nos podemos rendir. Ánimo, que las lecciones más difíciles de aprender son las que más nos hacen crecer.

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Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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