Tres cosas hay para las que que sólo hay que estar vivo: la muerte, el dolor y la vida misma. Sin dudarlo ni un segundo pienso que la muerte y el dolor nos escojen. Llegan sin avisar. No preguntan si las queremos. En el callejón más inesperado nos abrazan por la espalda y siempre será muy temprano cuando nos encuentran. Se murió un hijo, se muere la madre, se fue el amor de tu vida en los brazos de otra, te despidieron del trabajo, no has amado ni te han amado, tuviste un accidente y tu vida no volvió a ser la misma… El dolor nos hace el examen que no queremos: ¿sos fuerte? ¿quiénes son tus amigos? ¿amás realmente para acompañar a alguien en su silencio lleno de vacíos? ¿podés dejar ir?
Repito que de esas tres, la muerte y el dolor nos escogen pero a la vida, uno la elije. Conozco personas que en el más cruel de los diagnósticos elijen vivir. Un segundo más, 15 días más, un año, 10 o 20 años, el “resto” de su tiempo elijen vivir. Esto significa que no conformes con el acto maravilloso de respirar se dedican a encontrarle luz a su alma. En medio de las circunstancias, están alertas a agradecer las cosas simples, los gestos; advierten en las pequeñeces de la naturaleza, perfecciones que otros no notan; observan la vida, no sólo la ven; aplauden lo bello, lo dulce, lo bondadoso y no lo dejan pasar.
Elegir la vida es saber que no importa si el vaso está medio vacío o medio lleno porque es un vaso que no pierde hermosura ni solidéz. El vaso sos vos.
Cuando entrevisto personas que han superado la pérdida de algo valioso para ellos, los escucho y aprendo: no renuncian a la luz que hay dentro, donde nadie se las puede robar; aman, siguen amando porque su amor propio les da la dosis necesaria para ver todo lo que los rodea como un regalo diario envuelto en fe, la fe de que tienen un segundo más y hay que celebrarlo.
Si el dolor llega donde vos, enseñále que has elegido la vida. En medio de lágrimas salvadoras -yo digo que llorar nos salva de inundarnos dentro de nosotros-, tu elección de seguir te hace fuerte. En medio de risas, tu elección te confirma que naciste para ser feliz.
No elijás el dolor porque ese te va a llegar solo al igual que la hermana muerte. Elegí la vida, a esa sí hay que escogerla.