Por: Lizeth Castro
Se acercaba la Navidad. El árbol no era ni más ni menos apenas para nosotros: pequeño, como el presupuesto de Papi y lleno de ramas que se cubrían entre ellas, como los brazos de mis padres alrededor de nosotros.
¿Y de regalos? No se decía mayor cosa. Mami, con el corazón estrujado nos decía que le hiciéramos la carta al Niño y yo suponía que quizá el Niño no sabía leer porque los regalos eran otros, completamente otros. Pero, ¿una Navidad sin regalos? ¡Jamás!.
Tuvimos regalos siempre siempre, sólo que eran hechos por las manos de Mami y con los materiales que le compraba Papi.
Recuerdo estos, los tengo vivos: los abrimos luego de comernos un pollito entero, asado, que compraron ellos para nosotros, la noche del 24. Un lujo en la mesa, rodeada de los ojillos curiosos de nosotros 3, los hijos que siempre aprendimos a decir “Gracias”.
Abrimos cada uno según la etiqueta, hecha también por Ma: “Para Frank, de Papi y Mami”. “Para Martita, de Papi y Mami”. “Para Liz, de Papi y Mami”.
¡Qué divino! Eran unas pantuflas de peluche. Mami le puso una carita de león a las de Frank, de Osito a las de Mart y de Conejito, a las mías. Aplaudimos porque eran espectaculares. Divinas, calientitas y sabíamos cómo operaba aquel milagro de amor, dicho así por nuestra gran artista, Mami: “El Niñito le da trabajo a su Papá. Su papá compra los materiales. Yo les hago esto con mucho Amor. Y todo lo que tenemos viene de las mismas manos, de las de Dios. El Niñito es Dios por eso siempre, mis amores, siempre, va a haber algo en Navidad. Porque El nunca se va a olvidar de nosotros”.
¿Y saben qué? No sé lo que es pasar una Navidad sin regalos. Mis preferidos nunca estuvieron en la vitrina de la Universal. Jamás. Los peluches, hechos por mi madre eran únicos, hermosos, hechos con perfección. Claro, hechos con amor, ¿para qué mas?
Nuestra artista favorita y nuestro comprador de materiales preferido siguen dándonos regalos, ya nosotros viejos, seguimos recibiendo sus regalos. Ahora sí los pueden comprar y cuidado si no los han comprado fuera del país, cuando juntitos han viajado y con el pecho lleno de amor dicen con el regalito envuelto en papel “Esto lo compramos en Italia, pero se los envolví para que sea sorpresa”.
Los mejores regalos del mundo son mis padres. Envueltos en amor para nosotros. Cómo no decirle al Niñito “Gracias” por semejante regalo que nadie más en el mundo tiene, sólo nosotros tres.
1 comentario
Te felicito señora liz y le agradezco preciosas historias que nos inspiran y nos enseñan…..bendiciones.