¿Que si vale la pena? ¿Y si te digo que sí, que vale la pena llorar por amor? Que el corazón no está diseñado para ser una represa que contenga emociones. Que puede ser que los ojos te agradezcan que los dejés ser río. Que es capaz que ocupás la canción depresiva y golpear con el puño la mesa, cuando nadie te vea, porque lo que circula en tus venas no es sangre sino un desdichado coctel de rabia, culpa, mucha ira y pedazos enteros de nostalgia. Y qué tal si te digo que llorar tanto hoy, te dará risa mañana en la misma proporción en la que llorás. Pero como es mañana, aún no nos importa. Hoy te importa llorar y adelante! Hacelo.
No sos cobarde, estás con vida y eso duele. A otros no. A vos sí. Suficiente razón para llorar el fracaso que reservó esa silla en tu mesa cuando creíste que te ibas a sentar a cenar con el amor. El que se sentó fue el fracaso, lo intuiste en algún momento pero no le hiciste caso a tu intuición. No sos la única persona a la que le ha sucedido. Hay muchas mesas alrededor de la tuya, llenas de personas cenando con la frustración. Pero en algún momento, ponete de pie. Por favor, ponete de pie. Ya no más cenés con el fracaso. Hay muchas noches más para morirte de la risa con tu amor verdadero, con la ternura y con el lado de la moneda que tiene el pulgar hacia arriba.
Llorá mucho. Hacelo hoy. Permitilo. Luego, ponete de pie, con dignidad y más sabiduría. Te lo merecés.