No sé, no me lo imagino, me duele el estómago de sólo pensarlo, me muero, me morí.

Hay varios zapatos en los que no quisiera estar.

Dios mío, cómo sería tener puestos los tacones de Ariadna Gutiérrez. Acabás de ser elegida la mujer más bella del mundo. ¡La más bella!. Alzás los brazos, tirás besos, soy Miss Universo, lo soñé tanto, gracias Dios, este momento se llama Felicidad.  Me fotografían, mis padres estarán llorando de la alegría, mi país está feliz, soy la más bella.

Terminan dos minutos.  Y viene el presentador, tan guapetón, tan vacilón que es, tan agradable y dice que ya no soy Miss Universo. Un momento, tengo que seguir de pie, no me puedo desmayar, no puedo echarme a llorar, no puedo derrumbarme ante miles, tengo la cabeza azurumbada, yaaa, terminen yaaa, que acabe el programucho de televisión!!  Mi corona la tiene ella, no entendí. Devuélvanme mi corona. Sigo de pie, no me puedo desmayar. Un momento. ¿Qué %$*& pasa?

Y qué me dicen de estar en los zapatos de Steve Harvey, que hoy además de actor hollywoodense es “el chapa”, “el imbécil”, el “bocón”, el “idiota que no supo leer la tarjeta de ganadoras”, el que se disculpó. Apechugó y le puso el pecho a las balas (que por cierto no han dejado de ser disparadas en redes sociales).  No bastan sus disculpas, porque en tiempo real, sin oportunidad de editar ni de cortar ni de decorar lo hecho,  lo que tuvo fue un error que no fue ni insignificante ni cosmético. Fue EL ERROR.  Nadie piensa “Hey, fíjense que es un ser humano y todos los que lo criticamos hoy, también somos seres humanos. ¡Hello! Bienvenidos al planeta donde todos nos equivocamos”.

¿Y por qué duró poquito más de 2 minutos en rectificar el error?  ¿Por qué no fueron segundos, si a Harvey le hablaban en el oído durante todo el espectáculo? Entonces, no quiero estar en los zapatos del Director del show, el enredo, la confusión, ¿qué hacemos?, “¡Devuélvase al centro del escenario Steve, que te devolvás carajo porque dos minutos es una eternidad en televisión!”

He pensado hasta en los segundos del que escribió la tarjeta que decía el nombre de la ganadora, y al escuchar que Harvey dijo “Miss Colombia”, se habrá jalado el pelo y pensó  “¿Escribí Colombia?  &%$*¿!.  ¿Me equivoqué? ¡Quiero morirme!”

Los zapatos menos incómodos son los de Pia Wurtzbach, Miss Filipinas, que hoy está más tranquila y más feliz que Ariadna, y por supuesto no tiene la culpa de que su título como la mujer más bella del universo fuera eclipsada completamente por dos minutos imborrables que le han dado la vuelta al mundo.

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

Comments are closed.