¿No sabés qué hacer? Si te quedás, es la costumbre la que te tiene ahí, pegada a un respirador artificial llamado resignación. Si te vas, huyendo, son las emociones las que te hacen hacer maletas y ellas no son buenas consejeras a la hora de tomar decisiones.
Entonces, aquí hay que tomar una decisión que al inicio, en el medio y al final debiera ser: amar. Suena fácil pero cómo darle forma a una decisión? El manual no existe pero me atreveré a decirte por dónde empezar.
Amarte. Viste las dos últimas letras de esa palabra que acabás de leer? Preguntate, ¿Dónde se quedó la persona feliz que vos eras? ¿Dónde está la que estaba dispuesta a comerse el mundo y de pronto fue posponiendo y posponiendo sus sueños? ¿En qué esquina, de cuál calle, de qué momento, decidiste amar a otros descuidando la sagrada rutina de volverte a ver al espejo y preguntarte “¿cómo estás, cómo te sentís?”? Aún peor, ¿en qué momento empezaste a odiar lo que sos? ¿En qué parte de tu camino al altar dejaste tirada a la mujer que creía merecer todo lo bueno y todo lo grande que la vida tiene para vos? ¿En qué momento le pusiste candado a la gaveta “Asuntos por hacer que me hacen sentir viva” y en qué segundo te deshiciste de la llave?
Son muchas preguntas, duras todas, porque en algún momento hay que regresarse a los capítulos de tu historia personal donde vas chequeando y diciendo “Fue aquí”.
Identificá a la persona más importante de tu libro: vos misma. Si tu figura está desdibujada, repasá su silueta con lápiz negro pero hacelo con amor, prometiéndole a ese contorno no volver a perderlo. Respirá, no sólo vos te has equivocado. Amate mucho, no volvás a pactar con el olvido ni el abandono. Amate mucho que eso es un mandato del que inventó el Amor: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Luego de amarte, de perdonarte y de celebrar que aún estás viva, será menos difícil abrazar la vida y desempolvar tus atesorados sueños, empezando por uno que debieras hacer más pronto que tarde: ser feliz.
Amate, empezá por ahí, amate, repetilo, amate que nadie lo va a ser por vos mejor de lo que vos misma lo vas a hacer.