Está sentado. No dice una sola palabra pero su cuerpo cubierto de polvo ha generado diálogos virales en internet. El es la guerra. La parte que no entiende sobre odio pero que paga la factura. La parte que se pregunta “¿Qué pasó aquí, qué malo hice?” Lo acaban de sacar de los escombros y en la ambulancia, sentadito, no tiene ni palabras ni lágrimas. Está aturdido, bañado en polvo. Hace escasos 5 años vino al mundo y hoy se pasa la mano sobre el rostro, la vuelve a ver, ve sangre y se la limpia en el pantaloncillo corto que tiene puesto. Pero además, hay muchos desconocidos tomándole fotos. ¡Qué fea es la guerra! Se acaban de pronto los juegos, nadie sonríe, no hay tiempo de ponerse los zapatos ni de seguir durmiendo, suenan gritos de hombres y mujeres rescatando a otros y en esos otros están la mamá, el papá y los 5 hermanitos. ¡Qué feo todo aquí! Está oscuro. La guerra es oscura a cualquier hora del día.
“Omran es un niño con suerte”, dijo un médico sirio. “La mayoría de los niños en la guerra pierden a sus papás, son mutilados o mueren”.
Omran tiene la mirada perdida. Quién sabe cuándo, después de esta noche, la irá a encontrar.