El calendario dice que fue martes, pero para mí el día que nació mi madre fue el día en que se inventó la magia.
No saca conejos de ningún sombrero pero saca un dolor con solo abrazarme.
Su varita mágica tiene forma de cuchara y con ella hace aparecer de la nada un atol exquisito, un huevo pasado por agua perfecto y un arroz blanco inimitable.
No levita, vuela! cuando se trata de decirle “Vení a ayudarme, te necesito Mami”.
Tiene mágicos sus brazos, ha sostenido las debilidades de sus hijos y ha podido sostenernos, aún llorando de alegría, cuando el éxito se asoma. Esos brazos han vestido el cuerpo de sus seres queridos cuando ya se han ido. ¿Fuerte? Pues sí, pero yo diría invencible.
Sus ojos parpadean y no hace falta que hablen cuando se enojan. En esa partecita, mejor huya por la derecha!
La magia de mi madre nació un 19 de noviembre de 1932, y es tan infinita que nunca va a morir. Ese día coincidieron en nacer nuestros corazones. Suena extraño pero quién dice que hay que entender que cuando Mami nació también lo hicimos nosotros, al amor, a la lucha, a la entrega, al servicio. Ese día, mi familia de alguna manera también nació.
Gracias Ma. Te amo infinitamente.