Hace pocos días leer este título en La Nación me impactó: “Eduardo Li al juez: “Lo más preciado son mis hijos. Le doy las propiedades y haga con ellas lo que quiera”  Un corazón quebrado habló así en un juzgado. Yo me pregunto a mí misma, ¿qué es lo más preciado en mi vida? ¿Qué sería lo que más me dolería perder?  Y te pregunto a vos, ¿qué es lo más preciado en tu vida?  Pienso que siempre será aquellos a quienes  podés abrazar y te abrazan.

¿Podés abrazar la propiedad que tenés? ¿El carro que cuidás con exceso te ha dicho que te ama y te ha abrazado? ¿Ese celular al que ponés más atención que a los hijos, te abraza cuando te sentís triste? ¿Podés abrazar la computadora y que ella te devuelva el abrazo y te diga -como lo hacen muchas madres y padres- “Todo va a salir bien. Todo pasa. Vamos a tomarnos un café.”?  ¿Abrazás o te abraza ese escritorio que te acaban de dar y que te hace trabajar 12 horas diarias?   Yo sé que a veces encontrar el equilibrio no es sencillo. Lo que pasa es que en busca del éxito algunos tienen sus manos llenas de dinero, vacío el corazón y  una gaveta con principios que prefieren archivar.  Para cuidar el poder, la posición y el ego muchos le dan una orden de desalojo a la paz y se emplean a fondo en demostrar que están arriba de otros sin percatarse de que podría ser cuestión de segundos, caer.  Y en la caída, jalan a los que los aman.  Esa es la peor parte.

Eduardo Li se paró frente a un juez sabiendo que lo más caro, lo más preciado y lo más valioso que tiene son sus hijos. Y ellos no son parte de ninguna fianza.  Ellos no tienen precio, pero seguramente el tiempo sin ellos es una de las cosas que más le ha dolido perder.  Yo agradezco esta lección para que no me agarre tarde en la vida para abrazar a mis hijas, defenderlas de mis propios impulsos en busca del éxito, protegerlas de cualquier cosa que me desubique de su amor y considerar como vano todo aquello que por satisfacer mi ego me robe el tiempo de los que amo.

 

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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