Buscamos matones, para preguntarles por qué acosan a sus compañeros en las aulas. Queremos preguntarles por qué los esperan a la salida del colegio, por qué su ego necesita convertir un pasillo del colegio en un campo de guerra donde con patadas y gritos minimizan a su oponente, ¿por qué tienen miedo de este a quien llaman “débil”?. ¿Por qué acribillan en la pared, con puñetazos y gritos a aquél que consideran “diferente” porque tiene un síndrome, una característica particular, una condición.

Buscamos matones para preguntarles por qué Maicol ya no está aquí. Por qué los años de acoso fueron llenando su alma de arena y la secaron. Por qué su Asperguer les hacía daño a ellos, tanto, que lograron que él decidiera que era mejor no vivir porque no encajaba.

Quiero tener un matón de frente para preguntarle por qué a Carolina la invisibilizaban y su profesora no se ocupó de ella.  Pasó el suicidio por su mente, claro que sí, pero su grito de ayuda encontró eco en la casa. Bendición de bendiciones cuando un clamor no se muere en el desierto y encuentra oídos.

Quiero preguntarle a una matona, por qué la hacía sentirse fuerte burlarse de su compañera hasta el cansancio, sólo porque era de otra nacionalidad. Vergüenza da ser compatriota de alguien tan enferma que cree que la dignidad corresponde a un sello de pasaporte.

En el Facebook hice un llamado a algún matón que practica este bullying asfixiante a que nos explicara qué pasa en su alma tan llena de miseria que tiene que alimentarse del miedo ajeno para tratar de calmar el propio.

Nadie apareció.

Se escondieron.

Son protegidos por algunos profesores. Por cierto, por qué algunas escuelas y colegios voluntariamente han decidido estar amordazados y no alzan la voz para proteger a aquellos por los que su carrera de docentes tiene sentido, por los estudiantes.

Los matones están ahí, cobardes, más cobardes que sus víctimas.

Quiero pensar que sus padres no saben, quiero pensar eso porque si hay un papá y una mamá que sepa que su hijo es de este grupo, quisiera escuchar por qué no ha hecho nada por decirle que es su miedo el que hace que saque pecho frente a todos y que sería más valiente al aceptarlo.

Que salgan los matones de sus madrigueras para que expliquen por qué su miserable vida necesita expandir la miseria a otros.

¿Dónde están los matones?  Su silencio es, hasta ahora, su mejor respuesta, cobardes.

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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