Te darás cuenta que los “por qué” que le pediste al cielo no tiene sentido pedirlos.

Que cuando la Vida dice NO es NO y cuando dice SÍ es SÍ.

Que por más que te enojaras el tiempo no pasó ni más rápido ni más lento ni las circunstancias cambiaron.

En todo caso, realizarás en tu mente que la única persona que tenía que cambiar eras vos y a partir de ahí el universo empezó a reordenarse.

Sabrás que tomaste la mejor decisión al vivir un día a la vez.

Entenderás que el único que estuvo, está y estará es infinito y jamás te deja; te creó y te conoce y es quien te muestra la luz y el camino.

Te sentirás al fin rescatado después de vivir días y noches en esa montaña tupida y confusa de miedos, guareciéndote de la lluvia de culpas en la cueva fría de tu autocompasión y tu autodesprecio. Rescatado al fin, volverás a sentir que vale la pena dar el siguiente paso.

Cuando se te pase el dolor y te deje de pesar el simple acto de respirar, volverás  a la consciencia de que tenés vida. Te lo digo yo.  El dolor es pesado, caminar bajo el sol horas y horas sin agua en la cantimplora;  ser marinero en aguas tan bravas, con el viento en contra, volar con las alas rotas… Un día pasé por ahí y me dí cuenta que empecé a vivir en el momento en que morí a mi ego.  Abrí los brazos y sentí el viento en la cara. Supe que no espero nada extraordinario porque no lo ocupo.  Ocupo saberme viva y con eso ya tengo para pararme y emprender la ruta.

Si la vida no me reclama y me abraza, no le reclamaré yo a ella y la abrazaré.  Va de nuevo.  Cuando se te pase el dolor empezá a caminar. Cuando se te pase el dolor sabrás, sin entenderlo, que todo pasa.

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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