Sos un acta de defunción, una noticia en el periódico, un nombre más que muere, un puñito pequeño de sueños incompletos, hambre de amor en la montaña.
27 días bastaron para matarte de a poquitos.
Te mató nuestra indiferencia. Nuestra ignorancia, quizá, porque aquí en la ciudad no sabíamos que tenías hambre. Tu mamá le dijo a la gente que también llorabas de frío. Tu cuerpo envuelto en una sábana es la imagen que describen los que te vieron con vida la última vez. No una cobija, una sábana, tan grande como tu grito de auxilio que nadie pudo callar. Sólo la muerte te auxilió.
Pedirte perdón no te devuelve la vida. En el Alto Telire enterraron tus ansias de vivir. Que tu muerte no sea una más. Que Cristina sea el nombre de la injusticia que clama por manos amigas.
En un país con tantos que somos cristianos, tu corta vida nos avergüenza. Tu hambre nos humilla. ¿Qué estamos haciendo? Visitando Iglesias, dando diezmos, asistiendo a misa, llendo al culto…Nada de eso te devuelve la vida.