Corregir un hijo a tiempo, es un buen negocio.
Crecerá sabiendo que no debe ser egoísta porque la luz con la que nació, nadie se la puede quitar y al compartir lo que sabe, su luz propia será más grande.
Entenderá que no debe pisotear a otros porque el soberbio es básicamente un ignorante cobarde que prefiere desconocer la grandeza ajena porque teme ser demasiado pequeño para los demás.
Comprenderá que no debe robarle a nadie para tener las cosas porque si no la vida lo obligará, de alguna manera, a perder lo que robó.
Decidirá que no tiene que probar todo lo que le dé curiosidad y que hay que saber decir que NO a tiempo antes de que las garras de lo oscuro quieran condenarlo al sótano del vacío total.
Sabrá que cuando se equivocó debe esperar las consecuencias sin huir porque de la verdad nadie escapa.
Tendrá consciencia de que no es perfecto así que no puede exigir perfección a otros.
Vivirá con tolerancia porque sabe que hay tantas formas de pensar como seres humanos en el mundo.
Nunca será un tirano porque se sabe dueño de sí mismo y de nadie más, así que empleará su tiempo en amarse, en respetarse e ineludiblemente amará y respetará a los demás.
Si no lo hacés por amor, hacelo porque es un buen negocio que te ahorrará lágrimas de sangre. El acto de corregir a un hijo es misión de siempre, pero la tierra más fértil es cuando aún es joven; hacelo, ahora que podés.