Por: Carolina Monge. Fotógrafa: Sissi Escalante

Son 5 mujeres en esta casa, llegan por ellas o toman un taxi a eso de las 7 de la noche y regresan a las 5 de la mañana. Se dirigen a sus trabajos. Van vestidas de la cabeza a los pies con hábitos blancos como luces, sus rostros apenas se asoman, cargan un bolso pequeño en el que llevan aparatos para escuchar corazones y una sonrisa que las delata: van a darle al mundo amor; pasión de una vida entregada a los demás.

Se llaman Siervas de María Ministras de los Enfermos, esta congregación de religiosas nació desde hace 164 años en España y está en Costa Rica desde hace 28. Todas sus integrantes son enfermeras y brindan sus servicios de manera gratuita cada noche. Aseguran que el pago es la satisfacción de entregar sus desvelos como ofrenda a Dios.

La congregación tiene dos pilares: la oración y la meditación son básicos, pero deben complementarlas con la práctica. Es decir, si rezan por los enfermos, también cuidan de ellos. Además viven de la providencia, incluso salen a pedir colaboraciones en la comunidad y de lo que reciben, lo comparten con los más necesitados.

Son las 8pm y Sor Emilce Parra, una religiosa colombiana, de ojos verdes grandes y un carisma inigualable, está tocando la puerta de la casa de la familia Coto, en San Blas de Moravia.

Don Eduardo Coto la recibe con un abrazo. Doña Adelia Vega, su esposa, está sentada en el comedor, pasando la mano por los tejidos del mantel, Sor la saluda con un beso en la cabeza. Doña Adelia tiene alzheimer. Pero, Sor está aquí por Erick, su hijo.

Ingresa por una habitación amplia, al lado de la ventana está Erick en la cama. Sor le acaricia el rostro y lo saluda, feliz de verlo. Él mueve los ojos, devolviéndole el saludo y la felicidad de sentirla su compañera una noche más.

Tiene 43 años y se encuentra en coma vegetativo desde hace 6, luego de un proceso quirúrgico en el hubo un fallo en la dosis de anestesia, lo que le provocó un paro cardiorespiratorio que afectó su cerebro, además tiene un daño en su pulmón derecho.

Cada caso, como este de Erick, debe ser aprobado y asignado por la Madre Superior a cada Hermana: ‘’Creemos que si a usted le falta salud esa es la mayor pobreza, ya eso califica como caso para nosotras, pero de esos elegimos a los más necesitados’’, nos comentó esta tarde la Madre Gloria Urgilés.

Sor Emilce se coloca un delantal blanco que es parte de su uniforme de enfermera y se pone los guantes para asistir a Erick. Con cada sonrisa Sor confirma que los casos también las eligen a ellas, ‘’en cada pañal que cambio veo a Jesús, en cada inyección que pongo… el pie de la cama es el pie de la Cruz’’, y ya para ellas eso es ganancia plena.

‘’Una vez cometí la imprudencia de darles un dinero y casi me quitan el servicio, más bien’’, dice don Eduardo, al borde de la cama de su hijo.

Doña Adelia ha olvidado el nombre de sus hijos. Pero, cuando se acerca a la cama de Erick, le da su bendición y se despide para ir a la cama. Ahora Sor queda a cargo de él hasta que el sol entre por la ventana.

‘’Es una bendición poder irnos a dormir tranquilos, este es el sueño reparador que necesitamos’’, dice Hannia Coto, quien destina sus días a cuidar a su hermano.

Aunque parece que la labor de la Hermana Emilce está iniciando, ya lleva más de 12 horas de estar en pie. Hoy en la mañana nos abrieron las puertas de su convento en Los Colegios de Moravia, para entender su vocación desde lo más profundo.

Es domingo y son las 8:00am, Sor Emilia San Martín, tiene 90 años de edad y se encarga de recibir con dos besos en la mejilla a todos los que quieran unirse a la misa. Los demás días de la semana la celebran a las 5:30am, una vez que regresan de su noche de cuido.

Las flores de colores del altar contrastan con las dos primeras bancas, en las que se observan rezando con sus hábitos color marfil de la cabeza hasta los zapatos.

Sor Emilce Parra, nos atiende en una sala que combina con su atuendo y el escudo plateado que las identifica. Con ilusión nos cuenta un relato del día que dijo ‘’sí’’ a su vocación, y sin saberlo, con ese ‘’sí’’ también logró cumplir su sueño de niña: ser enfermera.

La vocación de religiosa, la sorprendió una mañana. Sabe que fue un sábado, que fue a las 6:00am y que tenía 18 años. Una voz, cuyas características no tiene que explicar, porque le brillan los ojos cuando se acuerda, le dijo: ‘’Sígueme’’. No dijo sí de inmediato. ‘’Yo le pregunté: ¿yo?, con todos mis pecados’’. Pero, la voz insistió.

Mientras nos perdemos en sus relatos, las demás Hermanas realizan sus labores. Aquí hay bromas y risas, no hay protocolos estrictos, ni jerarquías. Unas cocinan, otras limpian, y otras se encargan de cuidar a las Hermanas que han enfermado.

La Madre Gloria Urgilés, ecuatoriana y con 48 años de vida consagrada, dirige el convento tico desde marzo de este año. No ha notado nuestra presencia, pues está concentrada en atender a una Hermana con cáncer. Y es que su labor de cuido es dentro y fuera de la casa.

Descansan unas horas en la tarde, rezan tres veces al día y meditan dos, y aseguran que esa es la clave para mantener la energía durante la madrugada.

Minutos antes de salir se cambian el hábito por uno completamente blanco, toman una cena rápida, tan rápida que no la notamos, y realizan otra oración.

Pasan las horas en el cuarto de Erick. Ya le dio sus alimentos y las pastillas que faltaban. Él duerme unos minutos.

Don Eduardo Coto está en su habitación, tal vez dormido o tal vez no. Pero, esta noche nos dijo que se siente un papá realizado, porque le está dando a Erick calidad de vida.

Sor se sienta en una silla al lado de Erick, porque está prohibido acostarse, y aprovecha para rezar el Rosario. Nos dijo en la tarde que reza por las vocaciones, porque hoy tienen muchos casos en lista de espera y las candidatas a religiosas están en cero.

‘’A Dios no le importan sus pecados, le importa usted… Hay etapas de formación, en el camino nos vamos preparando’’,  menciona como queriendo decírselo al oído a muchas jóvenes.

Mientras todos dormimos, Sor Emilce acumula tiempo valioso con Erick, que lo guarda en su corazón como una reliquia, escribe en su diario y también medita.

La muerte le ha ganado la batalla a muchos de sus pacientes, pero asegura que cuando se han ido siempre hay alegría y paz. Es una mujer sin miedo a las emociones porque dice ‘’que  el sufrimiento es necesario, sino la vida no es apasionante’’ y que la felicidad siempre está adentro del corazón.

Hoy está cumpliendo su sueño de niña. Y su vocación de grande: ser luz en medio de la noche.

Su labor es silenciosa y oculta, ‘’como las violetas, que crecen debajo de las hojas, si usted las maja en lugar de espinarlo, brindan perfume’’, dice esta violeta blanca.

La noche es fría y a veces larga, pero una vez que los primeros rayos de sol iluminan la ventana, la  Patria misma amanece más sana, más robusta, con más fe en la gente buena.

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

3 comentarios

  1. Haydee Villalba Chavarria on

    Dios es amor. Crecí con las hermanas de la Caridad de Santa Ana, internada en el Colegio Nuestra Señora del Pilar en Escazu.
    Ahí aprendí el amor hacia los demás, más aún si se trata de un hijo que tuvo un evento muy significativo y que su vida cambió en un segundo.
    Ahí aprendí que dar es mejor que recibir